A la pregunta del diputado sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, que presidía el Congreso: “¿Queréis que las Provincias de la Unión sean una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli?, todos los diputados contestaron afirmativamente. Así el 9 de Julio de 1816 el Congreso reunido en Tucumán proclamó la existencia de una nueva nación libre e independiente, consolidando el proceso abierto del 25 de Mayo de 1810.
La Declaración
Después de votada la Independencia, se suscribió el siguiente texto: “Nos los representantes de las Provincias Unidas de Sudamérica, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside el universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia, que regla nuestros votos, declaramos solemnemente a la faz de la Tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que la ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópolis…”
Se imprimieron 1500 ejemplares en castellano de la Declaración, 1000 en idioma quechua y otros 500 en lengua aymara, para que fueran distribuidos a lo largo y ancho del territorio.